viernes, 2 de abril de 2010

Mar adentro*

Fue esa misma tarde, cuando nos atropello el rinoceronte y dejo nuestros restos regados en el asfalto, la piel teñida en rojo en violeta, restos de nuestros miembros. Fue esa la tarde en que deje de lamer estrellas para comerlas de una vez por todas, cuando el sol me grito a la cara lo mucho que me extrañaba. 

Camine mar adentro y en un espasmo de angustia olvidé nadar, en otro olvidé respirar, deje que el agua me corrompiera (¿o curara?) hasta los pulmones, respirando sal. Cuando me di cuenta peleaba entre hombres corriendo y caballos de espuma naciendo para salir y tocar tierra firme otra vez o tal vez para entrar, donde las olas dejan de romper y el mar se torna un poco mas tranquilo.         

Fui un loco en vuelo, cayendo en tirabuzón al contacto con las nubes y elevándome al contacto con otras. Mar tocando la arena. En vuelos de espuma y llanto toque la estratosfera. Probé estrellas reales, de esas que solo se ven en Juillet.

En ese instante te reconocí, en el momento en que mi estomago de evaporo en luciérnagas y jugaron todas al rededor nuestro.

Te vi a los ojos y supe que eran esos ojos de hace años, un poco diferentes, con la misma esencia, Te vi a los ojos y brinqué en un jardín de flores violetas viendo como se evaporaban en una danza con el viento. 

Sonreí profundo, incluso se me incrusto como una cicatriz, una cicatriz hermosa.