viernes, 23 de enero de 2009

De la cosas fútiles y sublimadas

y paso volando, tan efímera como siempre lo hace, callada, solemne, incluso hasta un poco ansiosa, tomando aire a cada paso, una mezcla de sensualidad con rigidez, exquisita, caía en tirabuzón, libre, girando a mi alrededor, y escapando como tantas veces lo hace, volátil, sutil, retuve la angustia colgado de cabeza, lamiendo el suelo,  mirando el reloj, entornando los ojos en aquel hipnótico anunciante de muerte, incluso vomitarle al espejo resulto terapéutico, la vi irse tan soberbia, hubiera jurado que no era ella, me trague la rabia, me corte las manos para no violarla, fui capas de incesto con mi propia música, robe algunos cerebros, los mastique fervientemente, esperando encontrar en ellos descanso, como el que sigo buscando, trague amantes, lo hice rápido para no sentir su sabor, para no respirar su vacío, la sublimé en un altar de suplicas, golpes, flagelado por la esperanza, me resigne a verle volar de lejos, tan inasible como siempre.

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