lunes, 10 de noviembre de 2008

*comportamiento mortuorio

No solo va desde la bochornosa entrada sin palabras, es todo un espectáculo asistir a un velorio, llegado el momento, y el destino caprichoso se lleva a un familiar tuyo o de un amigo, el evento llega, todo comienza en un cuarto amplio, sobrio, tal vez con algunas pinturas impresionistas en las paredes, un ataúd negro (depende el gusto) en el centro, que se cierne imponente a aquellos que llevan una vida de vicios (motivo de irreflexión) o aterrador a aquellos pecadores fervientes (idiosincrasia rebuscada, motivo de rezos por una vida larga), prosigues en el saludo un poco penoso, sin palabras oportunas, en blanco, la presencia cuenta más, todos los sabemos, se forman grupos de charlas, roen gente en ellos y escupen sus tripas ya insípidas, no falta la competencia de lágrimas, basta con que alguna descuidada vea por accidente el cadáver inerte en la caja, para que suelte aquel contagioso llanto que inunda la sala y pone húmedos los ojos de todos los presentes, y la prima que se viste cual desfile de modas, para ver que puede cachar durante el evento social, la zorra que nos coquetea a la primera oportunidad, el don Juan que engreído se mueve pomposo por toda la sala, con esperanzas de que lo vean ( aunque en realidad les sea de lo mas irrelevante su presencia), las tías que no sabias que tenias, la familia que pareciera concebida por arte de magia,,, y después los suicidios y las peleas herenciales, todo un cumulo de felicidad y las familias que se parten y los familiares fantasmas que piden regalías de la herencia, depresión post velorio, felicidad mortuoria, peleas herenciales, idilios mortuorios, incluso romances, los amantes que felizmente celebran una orgía bajo el ataúd...

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